Por Pedro Garcia Hernandez
El objetivo, apenas difundido en los medios de comunicación occidentales pero denunciado por Rusia, Irán y Siria, es controlar los campos de petróleo y gas al sur de esa provincia y en áreas de las de Raqqa y Deir Ezzor.
Así obtienen ganancias para financiar a las FDS, integradas por grupos kurdos, y las cuales reciben además, constantes refuerzos desde el denominado Kurdistán iraquí, bajo control estadounidense.
De forma simultánea, el régimen sionista de Israel lanzó desde enero pasado más de una docena de ataques con misiles hacia áreas del sur de Damasco, el este de la provincia de Homs y el último, contra la localidad de Al Safira, en el sur de la provincia de Alepo.
Según reportes, en Al Safira fue atacado el Centro de Investigación Científica y que Tel Aviv define, sin demostrarlo nunca, como una fábrica de cohetes del Ejército sirio con la asesoría iraní.
Desde Tel Aviv, las fuentes oficiales niegan declaraciones, ocultan maniobras y operativos y se limitan a la autorización de imágenes y detalles de la Image Satellite Internacional, una compañia privada de habituales contactos con el Mossad, el servicio de inteligencia israelí.
Todas las acciones israelíes son coordinadas con la ilegal base estadounidense de Al Tanef, en el triángulo fronterizo entre Siria,Iraq y Jordania y el Centro de Inteligencia en Ammán, establecido junto a integrantes de la Coalición que lidera Estados Unidos y formada por una buena parte de los miembros de la Organización del Tratado del Atlántico del Norte (OTAN).
Esta vez, el cerco militar se estrecha y activa como nunca antes los puntos de apoyo militar y logístico que Estados Unidos opera en instalaciones en Omán, Kuwait, Arabia Saudita, Bahrein, Qatar y Emiratos Arabes Unidos, detalles publicados entre otros medios por Al Masdar.
Para analistas de la situación, tanto Israel como Estados Unidos, aumentan la intensidad de sus acciones ante el fracaso de los grupos terroristas que por sí solos, no han podido superar la firmeza de las fuerzas armadas sirias en defensa de la soberanía con el respaldo legal de aliados como Rusia, Irán y el movimiento de resistencia libanés Hezbolá.